Paola y yo nos hicimos amigas porque teníamos a nuestras hijas en común. Trabajábamos en el mismo lugar y ambas, vivíamos la manipulación a todo dar por parte de nuestros ex, que solo usaban a las niñas para victimizarsen y culparnos de todo. Vivir esa misma situación resultó acercándonos mucho. Ella estuvo casada por casi 5 años después de un noviazgo de 3 años, lo cuál terminó en un traumático y rencoroso divorcio, por motivos de infidelidad y violencia psicológica por parte del cretino. Cuando la conocí, llevaba 2 años de separada y acababa de conocer a Mateo, a quien solo ví una vez y con esa tuve para darme cuenta que el tipo era un charlatán. Ellos se conocieron por medio de una prima de ella, el tipo comenzó a escribirle y la invitó a salir. Todo iba muy bien, con el paso de los meses, ella y sentía…
Cuando mi relación con Alan terminó, aunque aún tenía un trabajo, habíamos dividido de manera muy injusta – a mi manera de ver – las deudas que habíamos adquirido como pareja. Todas las deudas bancarias estaban a mi nombre porque él no tenía buen crédito, así que todo caía sobre mis hombros, pero él, con los pantalones muy bien puestos, me dejó las deudas bancarias, incluyendo una puta tarjeta amparada que estaba sobre una mia, así que, cuota que él no le daba la gana de pagar, me la debitaban en mi tarjeta y eso era terrible para mi, que había pasado a ocupar un merecido puesto en el reporte de las entidades bancarias. Y si a esto le sumamos que ya era un solo ingreso en casa para los mismos o incluso más gastos mensuales, pues yo básicamente estaba en la inmunda. No me considero ser una mujer ecónomicamente…
La relación de Paula y John empezó cuando ella tenía aproximadamente 23 años, ella trabajaba con un primo en las mismas oficinas donde trabajaba una tia muy querida de ella y este man empezó a hacer negocios con ellos, así que John iba seguido a la oficina por temas laborales. Un día x, el tipo se le acercó y le “picó el ojo”, obvio la reacción de Paula fue ponerse roja y muy nerviosa, todo el mundo lo notó y desde ese día él se puso en forma a coquetearle. Ella sabía por comentarios de su tia, que él se acababa de separar de su esposa con la que tenía un hijo de un añito – para ese entonces – pero, eso no es un impedimento, ¿o si?. Entre tanto trabajo, se quedaron solos en la oficina (que casualidad) y allí, con un piropo barato, se dieron su primer beso…
Ustedes no imaginan las emociones encontradas que tengo mientras escribo este capítulo, porque las dos personas implicadas eran amigos muy cercanos no solo a mí, sino a mi familia. Eran una pareja sencillamente espectacular – para mis ojos – Camilo hablaba todo el tiempo de ella, porque tuvimos un año donde trabajamos juntos en una agencia, para un proyecto digital, en lo cual el man era un teso. Ella era una docente de un prestigioso colegio donde era la más querida y la más popular, además de una esposa incondicional, guerrera, que siempre estaba a su lado apoyándolo sin importar si estaba de acuerdo o no; él por su lado, era un poco más “egoista” porque vivía lo que quería vivir sin limitarse mucho, lo cual es respetable para mí, porque ya está mandada a recoger la relación, donde dejas de ser tu, para que tu pareja no se enoje,…
Marcela es una amiga muy querida, aunque tiene la capacidad de sacarme la piedra cada 3 minutos mientras hablamos, ¿por qué? no sé si tiene demasiada imaginación, o simplemente las mentiras hacen parte de ella, sin importar qué; es más, a veces siento que ya es tan común en ella mentir, que realmente cree que yo le creo, lo cual me hace desencantar un toque de ella porque le puedes mentir a tus padres, marido, jefe, profesor, pero mentirle a tu amiga, ¿qué sentido tiene?, en fin, la conozco hace muchos años y ya puede más el cariño. especialmente porque cuando la conocí no tenía a nadie en Colombia, pues ella es méxicana y es aquí donde su historia, es un gran ejemplo para nosotras, yo he aprendido un montón gracias a mi “MentiMarce”. Ricardo viajaba constantemente a México, porque trabajaba para una compañía Colombo-Méxicana y el tipo tenía una…
Conozco a Fernanda desde pequeñas porque Helenita es su madrina de bautizo, ella es mayor que yo como 4 o 5 años y nunca fuimos amigas pero tampoco enemigas, de esas conocidas que nos saludamos, nos vemos en alguna que otra reunión familiar y ya, nada de confianza o amistad, pero conozco su historia porque su mamá y Helenita me mantenían al tanto sin yo preguntar. Ella estudió en colegio de monjas y desde noveno grado, se cuadró con un chico al que conoció en un encuentro de colegios católicos, porque él estudiaba en colegio másculino; intercambiaron números de teléfono y que tales y la relación de colegio, fluyó. Como condición por parte de los papás de Fernanda, se veían los fines de semana y amaban a este chino, un peladito de casa, de familia honesta, bla bla bla. La relación traspasó el tiempo y del colegio, la cosa pasó…
Así pasaban los días entre mi pelea con la ducha y mi tóxica relación con mi cama, les juro que mi momento ideal era cuando podía estar acostada, preferiblemente sin bañarme. Me costaba todo, era un tormento verlo “en línea” o encontrármelo casualmente por la calle por aquello de estar viviendo tan cerca; vivir se me hacía un martirio. A eso sumándole que en ese año, – bendito 2015 -, el ambiente laboral en la agencia cada vez era más insoportable. Mi economía se venía a pique y ni hablar de mi optimismo, miraba a mi alrededor y cada vez me odiaba y me reprochaba el hecho de haberle pedido que se fuera de la casa; me sentía responsable, culpable; no solo me odiaba sino que además, odiaba a Esteban y de paso lo culpaba también de que mi vida fuera “un desastre”. Cada vez que nos teníamos que ver…
Después de que la vida me tiró contra el suelo con el resultado que obtuve con Esteban, empezaba a enfrentar la realidad que había tratado de evitar, mi divorcio con Alan. Hoy que lo pienso, lo evitaba porque necesitaba convencerme de que estaba haciendo lo correcto, adicional porque me faltaron tetas y madurez para asumir con la frente en alto mi decisión, que con el tiempo entendí que no fue solo mía, porque si bien Alan nunca dijo “quiero el divorcio” sus actos no estaban diciendo lo contrarío tampoco. Creí que sería fácil, que estaría siempre con “amigos”, que Esteban se perdería de amor por mí y que mi nuevo comienzo fluiría con facilidad. Pero la realidad y el pasar de los días me fueron mostrando otra cosa; mi círculo social empezó a cerrarse cada vez más -lo cual hoy en día agradezco- pero reconozco que me costó mucho entenderlo y superarlo,…
Lore ha estado presente en mi vida desde mis 14 años de edad, de esas amigas que así hagas lo que hagas (menos desleal) siempre está ahí para ti. Una vieja super independiente, apasionada por viajar, por conocer nuevos restaurantes y nuevas culturas, pero más que eso, lo que siempre me impresionaba de ella, era que mientras yo estaba viviendo a todo dar la inestabilidad emocional porque mis novios de adolescencia no me querían como yo quería, su prioridad no era tener novio, soñaba con la universidad, muchos amigos y no desgastarse, pero sobre todo no perder su centro por personas externas, así que yo solo pensaba “hp, cómo lo hace?“. Así que el día que me enteré, que en un viaje a visitar a sus papás había perdido la virginidad a sus casi 20 años con el hermano de una de sus amigas de infancia, casi muero; pero era yo…