Yo estaba en una encrucijada muy fuerte, porque tenía mi apartamento en Colombia, nuestras cosas, ya que todo estaba completamente amoblado, y más que lo material, era una vida entera allá; ¿qué debía hacer? Solo necesitaba tiempo y que Alan apoyara esos meses adicionales que significarían un poco más de tranquilidad para mí, lo que significaba también bienestar para Ana, porque también tendría más tiempo para ella en casa, ya que no tendría que trabajar como antes, pero no había poder humano con ese man y el tiempo se me estaba acabando, entre abogados, peleas con ese Alan y lidiar con la metiche de mi ex suegra, ya me quedaba solo 1 mes de estadía en Orlando.

Una noche, salimos a comer con Will después del trabajo y si lo note bastante diferente; aunque no me robo la paz, lo que no pude fue evitar preguntarle ¿qué pasaba? A lo que su respuesta fue en lágrimas (literal) diciéndome que él haría lo que fuera por mí y por mi hija, y que no entendía por qué una vez más la vida le estaba quitando la oportunidad de tener una familia, – yo más o menos – “¿una vez más? A que te refieres chiquito, me vas explicando” pero no lo interrumpí sus lágrimas marica, estaba demasiado sensible, aunque claramente, tengo que contarte su historia en un capítulo porque es como wow!, pero volviendo al tema, mi pobre Will estaba bien afectado con el hecho de que yo tuviera que regresar a Colombia antes de lo previsto, en estas condiciones, y sobre todo, con la gran incertidumbre de volver, pero no estaba dispuesto a perderme, él realmente quería que fuera yo.

Pero a todo esto súmale, que en Colombia las cosas ya no estaban pintando tan fáciles para mí, ¿recuerdas que en uno de mis capítulos anteriores te conté que estaba importando y vendiendo a domicilio accesorios y joyería, y que el señor que hacia los domicilios, era una persona muy confiable y que todo andaba perfecto? Pues bueno, el señor confiable, tenía llave del apartamento, porque yo seguía tomando pedidos desde aquí por WhatsApp y él ingresaba a mi apartamento para sacar la mercancía y hacer las entregas correspondientes al día siguiente; pero la honestidad se le acabó y vio la oportunidad de robarme, literal, hasta los calzones, porque un par de días después recibí un e-mail de la administración enviándome un cargo adicional por gastos de mudanza… ahhh! ¿Parecía que el universo me estaba gritando A que carajos es que quieres regresar?

Will me enseño, – entre otras muchas cosas, porque ha sido de mis más grandes maestros – que la palabrería de un hombre no tiene límites, que cuando no están seguros de que querer estar contigo, siempre habrá dudas; que si un hombre quiere a una mujer en su vida, marica, se la juega por ti, te lo aseguro, soy la muestra viviente de eso aunque al día de hoy, las cosas no salieran como ambos lo esperábamos, pero en el momento, él no pensaba en el resultado, solo quería jugársela por mí, y lo más valioso de todo, también por mi hija.

Me invito a que fuéramos a pasar el fin de semana, solo él y yo a una playa cerca de la casa de mis papas – donde seguía viviendo temporalmente – y entre lo delicioso que es la playa, de por sí, que yo amo mal ese plan, fuimos esa noche a comer a un restaurante italiano, raviolis rellenos de langosta hechos a mano, superbrutales, el mesero insistentemente me ofreció postre, pero yo estaba muy full, aunque al parecer, este chico no entendía que era un “no gracias” como respuesta, me dijo que tenía que probar el tiramisú de la casa, que era el favorito de todos, así que ante tanta insistencia, dije ok, hagámoslo. ¿Puedes creerlo que ese postre estaba tan delicioso, que yo ni me había fijado que encima del postre, estaba el anillo de compromiso y que había medio restaurante grabándome y al mismo tiempo haciendo fuerza para que no me lo tragara? Ahí estaba yo, con Will de rodillas, pidiéndome que me casara con él.

Debo ser sincera contigo, como siempre lo he sido, una parte de mí estaba emocionada, nerviosa y algo feliz, pero otra parte de mí me decía, “no estoy segura si estoy lista para algo así tan ya”, y debo reconocer, que parte de mí pensaba aún en Alan, pues fue con él con el que siempre planee mi futuro, mi vejez, la típica historia de llegar juntos hasta viejitos. Solo lloré, y aunque no estaba ciega de amor, Will representaba una nueva oportunidad, una nueva vida, un deseo que tuve alguna noche llena de lágrimas y de miedos, pidiéndole a Dios, el universo, que si algún día me daría una oportunidad de nuevo, fuera un hombre que no solo me amara con locura a mí, sino que amara y respetara mi hija como si fuera de él, y que respetara y apoyara mi vida junto a Helenita, así que, acaso no representaba Will eso en ese momento?

Mia

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