Cuando mi relación con Alan terminó, aunque aún tenía un trabajo, habíamos dividido de manera muy injusta – a mi manera de ver – las deudas que habíamos adquirido como pareja. Todas las deudas bancarias estaban a mi nombre porque él no tenía buen crédito, así que todo caía sobre mis hombros, pero él, con los pantalones muy bien puestos, me dejó las deudas bancarias, incluyendo una puta tarjeta amparada que estaba sobre una mia, así que, cuota que él no le daba la gana de pagar, me la debitaban en mi tarjeta y eso era terrible para mi, que había pasado a ocupar un merecido puesto en el reporte de las entidades bancarias. Y si a esto le sumamos que ya era un solo ingreso en casa para los mismos o incluso más gastos mensuales, pues yo básicamente estaba en la inmunda.

No me considero ser una mujer ecónomicamente dependiente, desde antes de salir del cole trabajaba y le ayudaba a Helenita en lo que necesitara y tan pronto salí del colegio, empecé a trabajar; pero para lo que no estás preparada, por lo menos no fácilmente, es a que todos los gastos que estaban compartidos, queden sobre tus hombros, solo porque tu esposo le dió por jugar al quinciañero y tirar todo pa’ la mierda.

Pero no estaba igual de segura en la parte emocional, después de que Alan se fue de la agencia, de la casa y de mi vida, busqué inmediatamente como enloquecer y de paso cubrir mi dependencia emocional, la cual Alan había dejado al descubierto con su ausencia y fue ahí donde mi obsesión por Esteban llegó y ya no sentía más vacío por Alan – pensaba yo – y era cero consciente del desastre de la vida financiera que llevaba. Es más, era tanta mi dependencia y mi necesidad, que el temor a no tener una tarde con Esteban (y no precisamente tirando) me llevaron a pedir más préstamos, con un par de entidades que querían comprar mi cartera y que prometían liberarme de las deudas.

Pero fue para empeorar las cosas, porque mi estado de ánimo solo dependía de Esteban, y mi bolsillo dependía de mi locura, así que poco a poco fui gastando el cupo de las tarjetas que ya estaban al día y listas para “ser devueltas” y según yo, ya no tendría más esa tentación. Pero cuando no tenía un plan con Esteban o un motivo para tenerlo cerca, nada me importaba, algo tenía que inventarme para poder estar a su lado, para sentir así fuera por un rato que yo le importaba y que estaba conmigo, para “hacerme” sentir bonita, deseada y con algo de confianza en mi misma. Ustedes no se imaginan lo que siento mientras escribo todo esto, porque aunque no me culpo, si me responsabilizo de haberme permitido ese sufrimiento y esa humillación.

No imaginan, las veces que le pedí a Dios, que un fin de semana – mientra estaba con su novia – me escribiera, tan siquiera un “hola” o “te estoy pensando” y no lo niego, algunas veces recibí esos anhelados mensajes, pero mientras no llegaban, nada era una razón para levantarme de la cama, para arreglarme, para dedicarle tiempo de calidad a mi hija y a mi mamá, la cual sufría en silencio todo mi dolor; mi estado de ánimo y de optimismo dependían de él y de las migajas que él quisiera tirarme.

Luego, empecé a depender de la presencia de mis amigos, si ellos estaban, por lo menos no me sentía tan sola, pero como lo he dicho en otros capítulos, ellos también tenían una vida, una familia, planes, y no podían estar 24/7 a mi lado, pero a la final, no eran ellos, no era Esteban o Alan, la realidad era que mi dependencia, se había convertido en heroína, porque mirando hacía atrás, mi historia con Alan ya llevaba 16 años, ¿se imaginan? 16 largos años, media vida, donde jamás había estado conmigo, porque si Alan no estaba, estaba cualquier otro que me dijera “que linda estás” o “buenos días, que tengas un día maravilloso” yo jamás me miraba al espejo para decírmelo.

Esa dependencia, no te permite ver los defectos de la otra persona, así que yo, solo elevaba a Esteban, hasta el nivel de idealizarlo, lo admiraba, me creía inferior a él, lo veía tan perfecto que mi subconsciente solo pensaba – gracias porque te estás fijando en mí -, solo pensaba cada día, que por favor dejara a su novia y se quedara conmigo y me convirtiera en su prioridad. A toda esa degradación, suménle que justificaba con mis amigos y a mi misma, los desplantes y todas las cagadas del man.

Esa intolerancia a la soledad estaba acabando conmigo, eso y mi vida financiera, pero esa, pasaba a un segundo plano, porque sin organización, ni un plan armado, ahí iba de a pocos destapando nuevos rotos para tapar los que ya estaban. Cosa que no me importaba de a mucho, porque toda mi energía estaba depositada en Esteban, o en esperar una llamada de alguno de mis amigos para hacer algún plan. Estaba desesperada por agradar a todos, e inconscientemente, pedía a gritos que no me dejaran sola.

Y tuve que tocar fondo, que ya ustedes saben cómo terminó mi historia con Esteban y más que eso, cómo terminé yo, literalmente en el suelo, destruída, enfrentándome a todas las consecuencias de mis buenas o malas decisiones. Veró y Johana me repetían mucho, que debía buscar ayuda, que me diera cuenta de la dependencia tan grande que tenía, pero yo no reconocía el problema y culpaba a los demás por todo.

Pero mientras estaba en el fondo, sola, únicamente conmigo y mis demonios, decidí reconocer que si, que tenía un problema y empecé a aceptar mi realidad y todo lo que estaba pasando en mi vida de una manera honesta, sin importar más si las personas estaban o no a mi lado para levantarme, pues si yo quería salir de ese hoyo en el que estaba, lo debía hacer por mi misma, así tuviera que rasguñar hasta lo más profundo para encontrar la salida; y yo pienso que ese es el paso más complicado, aceptar de una vez por todas y dejar de buscar culpables, con todos los miedos inimaginables, pero con la certeza de que todo mejorará, si así lo quieres.

Tomé un papel y un lápiz y comencé a escribir los nombres de las personas que yo sentía que “necesitaba” en mi vida (Alan, Esteban, un par de amigos), y en frente de cada uno, escribía lo que yo pensaba que había hecho por ellos porque realmente los amaba y que no me había causado dolor… y ¿adivinen qué? con Esteban las respuestas positivas fueron 0, con Alan 2! qué más señal de que era mi ego y mis carencias las que habían estado actuando por mi por mucho tiempo. Para mi fue crucial hacerme consciente del sufrimiento que estaba experimentando, pero entonces, ¿quién podría amarme como yo quería que me amaran? Solo una persona en el mundo, yo.

Decidí curar mi salud emocional y a trabajar en mi autoestima; entendí que el tiempo y las experiencias – aunque sean dolorosas – te ayudan a ser más asertiva y le pierdes el miedo a decir NO. Tenía mucho miedo y el dolor me presionaba el pecho a tal punto que sentía que no podía respirar, pero entendí que seguir viviendo en ese miedo, no me permitiría jamás vivir la vida que yo quería, con dolor, pero libre de sufrimiento.

Después de que decidí cruzar el miedo, trabajar mi autoestima y sanar, me llené de valentía – aunque el miedo aún me acompañaba – y solté el control del futuro y sobre todo el afán de controlar lo que estaba fuera de mis manos (las acciones de los demás, que te quieran o no, las expectativas), empecé a vestirme y maquillarme consintiéndome en el espejo, pensando en qué me gustaba a MI, no a los demás.

Como ritual mañanero, me veía al espejo dicíendome lo mucho que me amaba y sobre todo, que me perdonaba por haber permitido que me hicieran tanto daño. Con los meses, empecé a amar tomarme un café sola, salir a caminar, sentarme en un centro comercial y ver pasar gente, ir a cine, de compras.. cosas que jamás había hecho sola, porque según yo, me daba “mamera” hacerlo sola. Lo más duro de todo este proceso, a mi parecer, es que no debes permitirte caer en la tentación de volver atrás, pensando que ya estás mejor, las otras personas también tienen sus propios demonios, no regreses atrás, ni pierdas el camino que ya has recorrido.

Aún estoy en el proceso, fueron más de 17 años sin soledad, sin época de soltería y sin una gotica de cariño para mi, pero si tu que me lees, sientes que algo no está bien en tu relación, o ya sabes que eres una dependiente emocional, solo te puedo decir que pasará sí y solo sí, tu decides enfrentarte a eso y salir de ese hueco tan doloroso; somos más berracas de lo que creemos y nos merecemos amores bonitos, que aunque no sean de telenovela, nos hagan sentir las mujeres más afortunadas y no las más deterioradas y desgastadas, amáte como quieres que te amen.

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