Esta parte de mi vida, debo dividirla en varios capítulos porque aquí se partió mi vida en dos, aquí fue donde quedé en el piso, destruída por completo, con una realidad frente a mis ojos y una falta de autoestima a la que jamás me había enfrentado. Puedo afirmar cada día, que ha sido el aprendizaje más grande de mi vida, en cuánto a relaciones y no sólo de pareja, sino también laborales y de amistades.

Mientras estaba viviendo mi última crisis matrimonial con Alan, yo me había refugiado en dos amigos, compañeros de trabajo con los que yo compartía el 80% de mi tiempo, quienes se convirtieron en mi refugio y yo, en el refugio de uno de ellos, que tenía una relación tan apasionada con una chica menor que él que lo tenía sufriendo con cada desplante semanal que le hacia la novia. El otro, mientras tanto, me empezaba a gustar y esta es la hora que no entiendo realmente qué fue lo que me llamó la atención para llegar al extremo al que llegué.

Arturo lo había visto en una capacitación de la agencia cuando empezabamos el nuevo año y en una de esas actividades que hacen para integración, me lo señaló y me dijo que su trasero era el mejor del mundo, cosa que con el pasar de los días pude corroborar en un partido de fútbol, también de integración – qué sería de los trabajos sin sus dichosas integraciones – .

A partir de ahí, le pusimos el ojo, pero más por morbosearlo que por cualquier otra cosa; un man de buena familia, recién salido de la Universidad y cursando una maestría, todo un letrado, porque el tipo es un entregado al estudio – juemadre, no sé si me atraen los nerdos porque ahora que lo pienso, lo mismo era Alan (que en paz descanse) – se vestía divino, menor que yo 5 años, dentadura perfecta, medio gomelito pero de lavar y planchar… ósea, me empezó a encantar mal! Novia maluquita, pero niña de casa, llevaban juntos casi tres años, amada y adorada por la suegra; ella vivía en la capital y nosotros a las afueras… pues, Esteban en su casa y yo en la mía jeje… Ahhh si, se llama Esteban.

Un día X salimos a rumbiar todos, no practicantes, solo adultos responsables y yo obviamente estaba con mi esposo – pero más distantes que nunca, aunque aparentabamos muy bien que estabámos en nuestro mejor momento, pero ahora entiendo que los dos erámos muy conscientes que estabámos viviendo el principio del final – entre aguardiente y aguardiente pasado con cerveza se prendió la cosa. Esteban me estaba haciendo la charla y Arturo entre sus tragos era el diablo hablándome al oído, entre baile y baile el tipo me robó – literal – un beso; pues no fue el beso de media hora pero si un par de segundos y yo parecía quinciañera en fiesta, con el corazón en la mano de la emoción y la adrenalina – quinciañera a la cual, se le había olvidado que estaba con esposo a bordo -; no les miento, no recuerdo si el beso fue sabroso o no, solo recuerdo que el man me preguntó si me había molestado y mi respuesta fue un rotundo NO!.

Luego, cuando salimos del bar donde estábamos, nos dió por “amanecer” y entre trago y trago, creo que las miradas fueron un poco evidentes para Omar que estaba ahí y me hizo el show de celos de la vida al siguiente día; Alan? Creo que él andaba en lo suyo y no le dió importancia.

Al amanecer, Esteban me dijo que le tuviera la chaqueta junto con su celular y yo más borracha que consciente, revisé un mensaje que acababa de recibir de un grupo de amigos donde él había escrito lo siguiente: “Por aquí tomando con los de la agencia, pero soy un pirobo porque me acabo de rumbiar a una vieja, que está rebuena pero anda con el marido aquí mismo” a lo que los amigos solo le decían “cuando presenta” “rotéla” “pobre Angelica (la novia)” … yo se lo mostré a Arturo y él, claramente más ebrio que yo me dijo “Ahh jugando al perro sexy? Lo vamos a enamorar y lo tiraremos como el perro que quiere ser”; fue ahí donde comenzó el final de mi dignidad.

En casa, Alan y yo estabámos cada vez más alejados, más distantes y él mucho más indiferente; mientras que yo, solo pensaba en que quería besar a ese man en mis cabales. A la siguiente semana, Esteban consiguió mi número y me empezó a enviar mensajes. Ese vacío que se siente en el estómago y la adrenalina cada vez que recibía un mensaje de él se volvieron cocaína para mí y como primera carta para lanzar y empezar el juego, lo invité a almorzar por su cumpleaños… casi no comí, solo querِía escucharlo, hablar con él y conocerlo más; así que el miedo a no tener más tiempo me llevó a empezar a inventarme planes grupales para que no se viera tan evidente que lo que quería era estar donde él estaba.

Después de un mes de salidas casi todos los días después del trabajo, el chico que les conté que sufría por la novia cada inicio de semana, era de otra ciudad y para un fin de semana con festivo incluído, nos invitó a su casa y yo estaba mega emocionada, pero yo la tenía clara de que Alan estaría allí porque la invitación fue grupal; la sorpresa para mí fue cuando Alan me dijo ” yo ya conozco toda esa zona, deberías ir tu y disfrutar, yo estaré en casa” yo no sabía si cortarme las venas ante la indiferencia de mi esposo o brincar de la emoción porque podría estar a “solas” con ese man que me tenía chorreando baba. En casa, el ambiente con Helenita era muy tensionante porque ella no estaba para nada de acuerdo con que yo viajara sin Alan, así que el tema de conversación los siguientes tres días fueron con base en el paseo. pero después de muchas insistencias, Helenita colgó la toalla y desistió al ver que Alan estaba decidido a que viajara sin él, así que entre el dolor y la indignación de una madre al ver que al esposo de su hija, ella le valía mierda, me apoyó pensando que esos días nos sentarían bien, pero al contrario, esos días me llevaron a mendigar amor en el lugar equivocado y a descubrir realmente qué pasaba con Alan….

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