Cuando estaba en quinto semestre, había logrado conseguir mi primer trabajo donde podía aplicar todos los conocimientos de mi carrera, la felicidad y emoción no me cabían en el pecho; la agencia no era la más grande y el sueldo no era el mejor de todos, pero a quién le importaba eso, si con eso podía cubrir varios gastos y además aprender y aprender… no eran horarios fáciles y mis compañeros tampoco -sólo pensaban en rumbiar- y yo haciéndome la difícil; ponía como excusa la Universidad pero llegó un punto que definitivamente mi cuerpo no aguanto más y era elegir entre estudiar o conservar mi trabajo y rumbiar, así que como buena adolescente inmadura, elegí la segunda! Tomé la bruta decisión de aplazar el semestre con el buen “pajazo mental” que ahorraría, cambiaría de trabajo y tendría más tiempo y más tranquilidad para estudiar (no tengo nada que decir al respeto, se podrán imaginar mi cara escribiendo esto). En fin, idioteces de niña inexperta, me temo que no tenía muy claras mis prioridades para ese entonces.

Efectivamente regresé al siguiente semestre para hacer sexto, pero no por voluntad propia, sino porque Helenita estaba a punto de matarme y fingir que todo fue un accidente sino volvía a estudiar y terminaba la carrera como debía de ser – estaba furiosa- sumándole mis amanecidas constantes y guayabos interminables; para ese entonces Alán no estaba presente en mi vida porque fue la época más larga en la que estuvimos alejados, cuatro años y siete meses… hasta donde yo sabía, él estaba en una relación en la que duro casi ese mismo tiempo – 4 años- y seguía en la Universidad (muy de su casa él) yo por mi parte había tenido una “relación” de seis meses con un chico X con el que tuve un sexo buenísimo (de los mejores, el tipo era un hit) pero de la nada le cogí fastidio y le terminé -no hay mucho que contar al respecto-.

Soltera, con combo de amigos tan o más alcohólicos que yo, como pez en el agua en mi trabajo y sin sentir preocupación por nada más que por Helenita regañándome todas las mañanas. Salí ese lunes a trabajar y en la noche a carreras para la U. Llegué tarde mi primer día, con gente nueva, no encontraba el salón, estaba muy desubicada y no sabía ni donde estaba parada, el salón de Figura Humana estaba full y ahí estaba él, señalándome la única banca que quedaba vacía al lado suyo. Muy amable me contó en 1 minuto lo que habían estado hablando en los 15 que me había perdido y no cruzamos más palabras. Al siguiente día, ahí estaba yo otra vez, tarde y aunque no me lo crean, él con la misma banca a su lado para mí, fuimos a tomar un café en el receso y nos empezamos a conocer; no les voy a mentir, no fue amor a primera vista, pero hablar con él era muy bacano; él ya venía con su combo de amigos incluído porque ellos venían un semestre atrás de mí – la nueva era yo- así que empezamos a salir porque como decía mi hermosa abuela “Dios cuida y junta a sus borrachitos” así que encontrábamos todos los días una excusa para tomarnos un par de cervezas después de clase tuviéramos o no mucho trabajo. En una de esas salidas me dijo que yo le gustaba y eso me tenía en el limbo porque él era un man con un estilo “diferente”; casi todos los tipos con lo que había salido antes eran de estilo común, la excepción a la regla fue el chico del buenísimo sexo de seis meses que tenía drelas, escuchaba reggae y fumaba marihuana para “vivir el momento” je, je, je ahh belleza! Pero este chico… tenía algo en particular, no tenia vicios, pero su inclinación estaba en el Metal, sus pantalones angostos, cabello largo y camisetas que yo jamas había visto, me mandaba mensajes de texto con frases diferentes, era un cuento! Y así me tragué – yo la más fácil – él había terminado con una relación de 5 años, una chica con su mismo estilo, llamada Leidy, malparida loca! y me perdonarán, ustedes saben que yo soy feminista 100%, pero que las hay las hay, y está en particular no sabía que era el orgullo y la dignidad. Según Andrés, la relación de ellos había sido muy intensa – sexualmente hablando- pero ella lo había agredido físicamente en un par de ocasiones por peleas y celos, ahí yo no estoy de parte ni de Dios ni del diablo porque como siempre lo digo, una relación es de dos y solo los implicados saben que es lo que realmente pasa, pero si digo que es una loca porque conmigo se metió directamente, no me pregunten cómo, pero consiguió el número de teléfono de mi casa y empezó a llamarme para contarme como – según ella- Andrés no la dejaba de buscar, sin contar cuántas veces ella lo llamaba y lo buscaba; delante mío, Andrés le decía que por favor lo dejará en paz, que no lo buscará más, que él no quería nada con ella, que ya se había acabado todo, pero, yo también soy mujer, así que empecé a darle el beneficio de la duda a ella y enloquecí de celos, mis primeros meses con él me robaron la paz mental, mientras estaba en mi casa me imaginaba que podía estar con ella, que ella podría estar metida en su casa, en fin, miles de ideas que me hacía en la cabeza que me convirtieron en una controladora de mierda y sobre todo igual o más loca que ella.

Aún recuerdo un día que me quedé en su casa y tuvimos a la madrugada una discusión muy fuerte, así que decidí – sin importarme peligro, hora, ni nada- irme de su casa a buscar un bus o un taxi que me llevará a la mía, el salió detrás mío y su mamá se dió cuenta así que salió para tranquilizarnos y muy dulcemente me dijo “que pasa Leidy, trata de tranquilizarte, no te vayas, esta es tu casa Leidy” casi muero. Osea, me llamó LEIDY! Eso fue para mí una bomba, finalmente conseguí un taxi y me fui. Al otro día la señora me llamó a pedirme disculpas pero, ya que mierda.

Una tarde, él pasó a recogerme a la casa porque yo estaba enferma pero teníamos entregas en la Universidad y antes de salir, sonó el teléfono – si, Leidy de nuevo- yo la saludé cual amigas forever y me dijo que ella quería demostrarme que todo lo que me había dicho era verdad y que en ese momento Andrés estaba en su casa en la puerta, rogándole que lo dejará entrar que quería que hablarán y arreglarán todo, pero Andrés estaba frente a mí, así que decidí que ellos arreglarán sus mierdas porque me estaban enloqueciendo y puse la llamada en alta voz para que habláramos los tres. Hasta el día de hoy, Andrés siempre tuvo la razón porque la enfrento y la vieja se quedó sin argumentos.

Sin embargo, mi seguridad en mí misma para ese entonces no era mi mejor amiga, yo era muy celosa y sobre todo controladora, aún recuerdo mi yo de ese momento y me doy pereza. Nos queríamos mucho, éramos una pareja “estable” y lo pongo entre comillas porque nada es estable en esta vida.

Nos apoyábamos, reíamos, viajábamos, iniciamos nuestro propio negocio juntos – mala idea- porque él era una persona que vivía siempre en la escasez y la angustia porque el dinero no llegue a su vida así que es tacaño incluso con él mismo y yo soy todo lo contrario, así que eso nos mantenía en constantes discusiones, las cuáles aumentaron trabajando juntos. Su aspecto físico cambio en un 200% aunque no su gusto por la música y yo no tenía problema con eso, pero de la manera de vestir, de oler y de su nuevo corte de cabello yo era la autora intelectual, y aunque 13 años después, sigue vistiéndose y su cabello es muy similar al de su nuevo look de esa época, me hago responsable porque uno de mis mayores errores en esa relación, fue que no lo acepté tal cual como era y traté de cambiarlo para mi gusto y conveniencia sin importarme realmente lo que el quería o sentía (hace un par de meses hablamos por Facebook para saludarnos después de casi 7 años dé no hablar y me agradeció por haberle insistido tanto por ese cambio) pero no siempre es así, no siempre termina con un final feliz.

Volviendo a mi locura de momento, aún no entiendo por qué era tan celosa, tan posesiva y absorbente. Claramente mi seguridad no andaba mucho conmigo, pero, a pesar de que él estaba conmigo el 90% de su tiempo, yo siempre encontraba una razón para pelear. Me había dado cuenta también de un par de mentiras por parte de él que aumentaron mi descontrol y desconfianza; a veces, desconfías porque si, desconfías porque te basas en las experiencias de los demás, desconfías porque creciste escuchando en casa que todos los hombres son iguales, que no puedes confiar en ellos, que te mienten, y queda eso tan metido en tu cabeza que tienes la capacidad innata de perder tu tranquilidad y tu paz interior, con tal de controlar la relación; eso no es vida!

En una ocasión, estábamos caminando por el centro de la ciudad y yo tenía mucha hambre pero no tenía dinero, él me dijo que tampoco tenia, que comiéramos en mi casa y caminando hacia el bus un tipo nos paró y nos ofreció un celular, no recuerdo ni marca ni nada, solo sé que le pidió $200.000 pesos colombianos porque nuevo y en una tienda decente costaba hasta $1.200.000. Andrés insistía que no tenía dinero pero luego de 20 minutos del tipo perseguirnos y hacerle miles de propuestas, Andrés le ofreció $80.000 y el tipo – obviamente- accedió (como no, si lo acababa de robar) asi que Andrés sacó el dinero de su billetera se lo entregó, el tipo le entregó el celular dentro de una bolsa de tela y le pidió que lo guardara rápido porque no quería que sospecharan. Cuando nos subimos al bus, Andrés quiso revisar el celular y ahí estaba, un celular demo de los que tienen en las tiendas para mostrar ejemplos. Yo no sabia que me tenía más sorprendida, si que él hubiese accedido a comprar un celular robado, situación que nos tiene tan jodidos; la indignación que lo habían robado; o la putería de que una hora antes yo me moría por comerme asi fuera una puta empanada la cual él me había negado – según él- porque no tenía dinero.

Así, llegaron los tres años donde las peleas eran constantes, pero el sexo de reconciliación también; las peleas por el dinero en la oficina eran semanales; la loca de la ex que ya lo había superado; su tacañería; y el hecho de que peleábamos pero yo me desesperaba y terminaba siempre buscándolo para continuar peleando y arreglar las cosas… entre todo eso, yo, no veía más allá de mis narices, no veía que estaba envuelta en una relación tóxica – tanto para él, como para mí- y me había vuelto una experta convirtiendo sus defectos en cualidades. De sorpresa organizó una cena, donde invitó a su familia, a la mía y me pidió matrimonio con serenata y anillo de compromiso. Obviamente dije SI y Helenita con sus ojos llenos de lágrimas me decía NO. Detalles que una no ve!

Pero después del compromiso, nada cambió, creo que él estaba tan o más aburrido que yo, peleábamos teníamos tantas diferencias, pero seguíamos tapando el sol con un dedo. Hasta que el 24 de diciembre, teníamos planeado ir a la casa de la mejor amiga de Helenita – son amigas hace 52 años y no exagero- y Andrés y ella se llevaban super bien, asi que decidimos ir todos, pero algo pasaba con él ese día y solo estaba buscando excusas para no ir y cambiar los planes a las 3 de la tarde con la cena casi lista. Helenita sabía que yo me derrumbaría, asi que solo trataba de darle miles de opciones para que llegáramos a un acuerdo con final feliz, pero a cualquier opción, él le encontraba pero; eso sin contar que días antes, yo había encontrado un mensaje en su correo donde él estaba tratando de contactar a una chica – que ni idea- y le pedía que lo dejará conocerla y cuando pedí una explicación sus lágrimas me taparon los ojos y yo, más ciega pa’ donde ignore una señal más. Dos horas después de Helenita insistirle por todos los medios que estuviera en navidad con nosotros sin resultado alguno, decidí coger su moral y sin una lágrima derramada le pedí que se largará, que no quería verlo más, él se fue sin despedirse y mi coraje estaba en todo su esplendor – el cuál sólo me acompañó por la siguiente hora- luego me derrumbe, me encerré en mi cuarto y no podía parar de llorar, sentía que me iba a morir, que se me había acabado el mundo (típico) Helenita me dejo sola, un rato después mi primo llego al apartamento y supo lo que había pasado así que fue a mi cuarto y sin decir una palabra solo me abrazaba. A pesar de que no era la primera vez que me veían así, en el ambiente solo se sentía que realmente había llegado el final, pero casi a las 7 de la noche y yo aún en pijama, Andrés toco a la puerta, mi corazón se iba a salir de la emoción porque pensé que todo se iba a solucionar y que seguiríamos fingiendo felicidad, pero para mi sorpresa, solo se devolvió para pedirme que le devolviera el anillo de compromiso.

12 de la noche, feliz navidad, yo ebria cantando música de despecho en la casa de Marina, la mejor amiga de Helenita. Ese fue el ultimo día que lo ví. No nos buscamos más, estábamos tan agotados y tan desgastados que sabíamos que aunque nos extrañáramos era lo mejor, pero cuánto durámos para entender que no estábamos para estar juntos? 3 años, 3 meses y 8 días! Como es posible que nos autoflagelemos de esa manera y por tanto tiempo sin ver las señales? Sin tener el minuto de coraje en el momento indicado para evitar tanto desgaste y tanto dolor?

Falta de amor propio, es mi conclusión.

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