Ustedes no imaginan las emociones encontradas que tengo mientras escribo este capítulo, porque las dos personas implicadas eran amigos muy cercanos no solo a mí, sino a mi familia. Eran una pareja sencillamente espectacular – para mis ojos – Camilo hablaba todo el tiempo de ella, porque tuvimos un año donde trabajamos juntos en una agencia, para un proyecto digital, en lo cual el man era un teso. Ella era una docente de un prestigioso colegio donde era la más querida y la más popular, además de una esposa incondicional, guerrera, que siempre estaba a su lado apoyándolo sin importar si estaba de acuerdo o no; él por su lado, era un poco más “egoista” porque vivía lo que quería vivir sin limitarse mucho, lo cual es respetable para mí, porque ya está mandada a recoger la relación, donde dejas de ser tu, para que tu pareja no se enoje, claro, ya otro cuento es, hasta donde puedes vivir lo que eres tu al mismo tiempo que respetas los acuerdos que tienes con tu pareja.
Angela era una mujer de hogar, porque así vió a su mamá, una mujer dedicada al hogar, dedicada a sus dos hijos y sobre todo a ser esposa por más de 45 años. Así que ese era el ejemplo con el que creció Angela. Camilo era músico empírico y tenía un trío musical con un par de amigos más, con los que hacían un dinero extra, cualquier día de la semana. Ante sus eventos sociales, Angela, solo entendía y esperaba paciente en casa por él, lustraba sus zapatos, tenía toda su ropa arreglada y cocinaba para él.
En ese proceso de más de 8 años mezclados con matrimonio y noviazgo, ella empezó varios tratamientos, porque no se sabía quién era el del problema para que no pudieran tener hijos, ella lo hacía todo, él ponía su pene y su amable tiempo, especialmente los domingos porque el resto de días se encontraba muy ocupado dedicado a sus dos trabajos. Eso atormentaba mucho a Angela, porque sentía que ella era la razón por la que su matrimonio no estaba completo, faltaba un hijo, que según ella, los uniera más como pareja. Fue tanto su desespero, que tomó la decisión de hablar con las directivas del colegio donde trabajaba, y les pidió que la sacaran de la nómina por lo que quedaba del año ácademico – que apenas empezaba – y ella se pondría en tratamiento, y viviría de sus ahorros y por supuesto, del “apoyo” de su esposo.
Dietas, bebidas naturales, sopas especiales, ginecólogos, parteras, a lo que ustedes se alcancen a imaginar, Angela asistió, pero ese bebé no llegaba; el dinero no alcanzaba para la invitro, pero su fe era más fuerte; llegó el tan esperado retraso y con ello, las ansias y la ilusión. Por su parte, Camilo conmigo, se mostraba como un hombre responsable, preocupado, incondicional, y aunque un toque “borrachín”, ahí estaba frente al cañón con ella, o por lo menos eso pensaba yo. Aunque mientras Angela vivía ese proceso, Camilo concentraba sus fuerzas en trabajar, porque ahora, toda la responsabilidad ecónomica, caía sobre sus hombros. Pero en la agencia donde trabajabamos para entonces, se hacían muchos eventos y lanzamientos de marca, por lo cual, Camilo llegaba tarde a casa o en su defecto se emborrachaba y siendo muy “responsable” llamaba a Angela a la hora que fuera para lo recogiera. Era tanto el descaro, que incluso, cuando tenía que trabajar con su grupo musical, él terminaba siendo parte del evento, y se emparrandaba; nuevamente, Angela la inagotable, levantandose a las 2 o 3 am a buscarlo a la dirección o al bar correspondiente.
Su hermana y yo, en una tarde de cafecito y mecato, le comentamos que si ella sentía que era sana la manera de ser tan permisiva con él y que si no se sentía desgastada de ese ritmo de vida, pero su respuesta fue “yo lo amo y sé que él también a mi, porque aun cuando comete muchos errores, siempre se disculpa y me pide una oportunidad” lo cual en mi opinión, no está mal, con lo que realmente no puedo, es que si das una oportunidad, tras oportunidad, por qué no la aprovechas e intentas al menos hacerlo mejor? Pero ella, seguía, inagotablemente, intentado e intentando complacerlo y sosteniendo -sola- su matrimonio.
Efectivamente, todo el esfuerzo de Angela, dió positivo, y ellos estaban, que no cabían en el cuerpo de la emoción y de la esperanza, sobre todo en el caso de ella. Por supuesto, él tenía que celebrar y también, debía “trabajar” más; pero desafortunadamente con tanto estrés y con ese ritmo de vida, ese bebé no tuvo mucho futuro y Angela lo perdió al par de semanas, otro motivo para que, según Camilo, él se enfocara más en el trabajo porque era muy doloroso lo que estaban viviendo.
La tristeza de Angela era evidente, pero aún y con todo, no se daba por vencida, ahí seguía firme, frente al cañón, por su parte, Camilo más distante.
El contrato en la agencia para él, terminó porque ya habíamos entregado el proyecto, por tanto nos alejamos un poco ya que él inició otro proyecto a las afueras de la ciudad. Al pasar de los meses, para diciembre, le escribí para preguntarle qué harían en navidad y demás, quedé sentada cuando él me devolvió la llamada, dicíendome que estaba destruído, porque había cambiado y corregido muchos errores, pero que a la final no había funcionado y habían decidido separarse.
Yo no sabía si odiarlo, si darle la razón y odiar a Angela, no sabía, porque en nuestra conversación, él realmente sonaba muy mal y adicional, me decía que era como si a Angela no le gustara que él fuera bueno. Incluso, Camilo comenzó a ir más seguido a nuestra casa – aún yo vivía con Alan – a pasar algunos fines de semana, almorzar, y demás, Angela por su parte, estaba super perdida, así que decidí ser solidaria con Camilo, ya que era él, quien estaba buscando apoyo. Una semana antes de navidad, lo invitamos al apartamento para que pasara la medianoche con nosotros, pero nos dijo, que había una familia cerca a donde trabajaba, que habían sido muy amables, y qué él se había comprometido a cocinar para ellos ese día, pero que el año nuevo estaría con nosotros.
Con el pasar de los meses, y yo dedicada a Ana que aún estaba muy bebita, yo no había vuelto a hablar con Angela, pero veíamos a Camilo cada vez más perdido – por tanto trabajo, según él – pero más “tranquilo”. Un día x nos llamó a preguntarnos si podía ir esa tarde al apartamento para que tomaramos algo, porque quería de paso presentarnos a alguien., yo honestamente, lo tomé como algo normal, pues ya no estaba con Angela y por qué no podía darse otra oportunidad, así que le dije que ok, que los esperaríamos.
Ella desde un principio, no me llamó mucho la atención, porque pude notar ciertos comportamientos de controladora y sobre todo de desconfianza hacia él, y solo pensé, qué pereza empezar una relación y ya estar en esa actitud tanto mamona para el man, cómo desgastante para ella, pero pensé que debía tal vez darle más tiempo a la cosa.
Mi sorpresa fue cuando al par de días, me encontré a Ángela en un centro comercial, y fue allí donde me di cuenta que estaba jugando para el bando equivocado, porque ella con mucho dolor, notablemente desgastada, más delgada y su cara marchita, me dijo que Camilo de un momento a otro había tomado la decisión de irse de la casa y que ella había caído en una gran depresión y que ahora estaba con terapia psicológica. Yo quería salir corriendo a darle un puño en la cara por falso, pero era más mi indignación de ver cómo un ser humano puede abusar así de los sentimientos de una persona (sin importar si es mujer u hombre). Puta! Es una persona que te amaba sin medidas, que quería darlo todo por ti, en serio eres tan mal ser humano? – era todo lo que pensaba, mientras escuchaba y secaba las lágrimas de Ángela -.
A los quince días, teníamos organizado una parrillada en el apartamento y Alan los invitó, alegándome que era su amigo, que él no era tan cercano a Ángela como yo y que él quería mantenerse afuera de todo ese tema, y obvio él fue, ya la cosa más formal con la chica aquella, y entre cerveza y aguardiente, ella bien ebria, yo más bien prendida, le pregunté que ya cuánto llevaba con Camilo a lo que me respondió “ya casi vamos para el año” y me confesó que aunque fue “cagada” lo qué pasó entre ellos mientras él estaba casado, ella fue muy clara con él cuando le dijo que estaba muy enamorada y que debía separarse.
Ahora Camilo, después de casi 6 años, vive con ella y tienen una hija. Ángela después de recoger sus pedazos, encontró alguien que se los ayudó a pegar y ahora tiene unos gemelos hermosos, es una valiente, porque realmente se levantó de las cenizas, literal. Obviamente Camilo, no volvió al apartamento, no volvió a tocar con su grupo musical, ni tampoco asistió a más eventos de trabajo, tan pronto termina su jornada laboral, con los minutos contados, ya está en la casa y sus fines de semana son para la chica aquella (quién toda una “señora” supo poner límites claros y ahí lo tiene andando pianito).
Ya pueden sacar ustedes mismas sus conclusiones, por mi parte, reitero que el amor propio DEBE estar por encima del amor hacia mi pareja, que no puedo dejar de ser, para vivir para él y que los límites deben estar presentes desde el principio en cualquier tipo de relación.
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Mía