Después de mi experiencia con Esteban, quedé absolutamente desconsolada, destrozada y ni la autoestima ni el amor propio aparecian por ahí; no podía parar de pensar, de culparme, de culparlo, no tenía vida. Empecé a esforzarme para encontrar plenitud en Ana y Helenita, pero no las engaño, no funcionaba, porque en todo lo que pensaba era en cómo era posible que después de todo esto Esteban no me quisiera, dónde estaba Alan, por qué no había movido un dedo por nosotros y ni hablar del remordimiento tan fuerte que no me dejaba ni dormir. Y es que no reaccionas un día y al otro estás como nueva, se requiere de coraje y mucha fuerza para repetirte diariamente y sobre todo convencerte de que vales, que el man no era para ti, que mereces alguien que te baje la luna, etc, etc, y todo eso es maravilloso – cuando lo logras – pero no es tan sencillo, las emociones hacen lo suyo y ni hablar de la mente que te pone a imaginar cosas que ni siquiera pasaran.
Miraba a mi alrededor y no tenía “nada” , no me encontraba y solo hacía el esfuerzo de sentirme mejor, cuando Arturo, Vero, Johanna y otros amigos estaban ahí conmigo. (Ahora que lo pienso, pobres de ellos que yo no hacía más sino hablar y hablar de lo mismo y ellos ya estaban frustrados de ver que no importaba lo que me dijeran, yo no entendía). Trataba de arreglarme cuando salía, pensando que tal vez me podía encontrar a Esteban por la calle, o Alan, o alguien que por favor se fijara en mí… estaba loca, lo sé. Revisaba su whatsapp a ver si estaba en línea, lo hacía al mismo tiempo con Alan y así se pasaban los días, cada vez con menos ganas de levantarme de la cama, con menos ganas de nada!
Tampoco estaba Alan a mi lado y cuando iba cada quince días a recoger a Ana, yo cada vez lo veía más tranquilo, más convencido que dejarme había sido su mejor decisión. Recuerdo que un día me llamó y casi se me sale el corazón pensando que sería para decirme “sabes que, voy a recuperar a mi familia como sea” jajaja no puedo conmigo, la llamada era para decirme que hablaría con su primo que es abogado para empezar los trámites del divorcio y sí, hp pensé – qué es esta mierda, al caído, caerle – y era un sentimiento indescriptible, porque quería estar con él y no, quería escuchar un “perdóname, la embarré” que jamás llegó, pero sobre todas las cosas, lo que quería era que el dolor desapareciera sin darme cuenta que era yo la que estaba eligiendo sufrir.
Trataba de levantarme de la cama pero debo confensarles que hacia un esfuerzo inmenso por ponerle buena cara a Ana, finalmente Helenita sabía todo el dolor que yo llevaba por dentro pero me cuidaba mucho de que Ana no me viera así. Revisaba el teléfono cada tres minutos, me sentía tan poca cosa… los fines de semana me alentaban un poco porque siempre mis amigos estaban ahí, buscándome algún plan para sacarme de la cama y de mis cuatro paredes. Un par de semanas después de que Alan me pidiera oficialmente el divoricio, le envié un mensaje en una noche de soledad y sufrimiento absoluto que decía “estás seguro de que lo que quieres es el divoricio” y yo en el fondo, lo que siempre esperé de él fue un “perdóname, no volverá a pasar, luchemos juntos, no voy a perder a mi hija y mi esposa” o alguna mierda que realmente le diera sentido a mi vida pero su respuesta fue un literal “que si mujer, y te agradezco que no me lo preguntes más”, ahí comprendí que Alan había dejado de ser mío hace mucho tiempo atrás y pensaba que yo no era lo suficiente para él.
Así que necesitaba no pensar, no sentir, “buscar” la seguridad que no tenía en otros lugares y sobre todo, salir de mi encierro para no estar conmigo misma porque lo odiaba! Dónde estaba mi autoestima y mi amor propio? mmm no, no había ni lo uno ni lo otro.
Iba a bares cada sábado así fuera a tomarme una cerveza, y les puedo asegurar que los manes huelen la inseguridad en nosotras, la necesidad y pasé meses enteros esperando que alguien me sacara a bailar o me pidiera el teléfono, pero no pasaba, así me los comiera con la mirada; los que resultaban “interesados” no pasaba de un fin de semana porque yo actuaba como si no hubiese un mañana y no dejaba nada a la imaginación.
Casualmente, unos meses después, me encontré a Esteban que estaba con su mejor amigo en un bar; yo estaba con una amiga de la que aún no les he hablado. Ya imaginarán, mis nervios no eran nada normales, pero traté de disimular lo que más pude – ósea, nada – hasta que él se acercó a hablarme, a decirme que todo con la novia definitivamente se había acabado y que él me quería mucho y que yo siempre iba a significar mucho para él, bla bla bla y yo aunque trataba de cambiar el tema y de que fuera una charla grupal, en el fondo quería escuchar más, quería que la noche no se acabara, cuando cerraron el bar me dijo que le avisara cuando llegara al apartamento y fue lo primero que hice!!!! Bruta y media, ahora que lo analizo, no sólo estaba tratando de “buscar” la manera de retroceder sino también me resignaba a perder lo que jamás había sido mío.
Después de contarles mi historia con Esteban, me he sentido más motivada a contarles todo mi proceso, por varias razones; 1. porque no puedes ir por la vida creyendo que todo lo que ves en Instagram es real y me pareció una de las cosas más importantes a la hora de crear a Mia, porque en realidad me aburre ver la foto feliz, el restaurante feliz, la pareja feliz, la piel (con filtro) perfecta, la familia perfecta, cuando hay una realidad detrás, por eso lo peor que puedes hacer cuando estás deprimida es entrar a Instagram con tu mounstro al lado, porque empiezas a compararte, a desear la vida ajena y a reprocharte un montón de cosas. 2. porque nos falta solidaridad entre nosotras, dejar de tratarnos entre nosotras como ratas, perras, zorras y cuanto animal se nos ocurra, mantener tanto raye y tanta envidia cuando cada una de nosotras tiene sus pro y sus contra; cometemos errores, la cagamos seguido y muchas cosas más. 3. porque cosas como depresión, llorar, tusa, sexo, embarazos no deseados, “arrastrarsele” a un man, ser la moza, la perruncha o bruja del paseo, son cosas que nos pasan a todas o por lo menos a la gran mayoría y es normal pero jamás lo hablamos, porque debemos aparentar vainas que no son.
Así que aquí sigo, con ganas y sin ellas, convencida de que todas llevamos una Mia adentro y eso me ayuda a continuar, ya conocerán más de mí como persona, por ahora, espero que tu que me lees encuentres lo positivo de mis escritos para que los aprendizajes sean cada día menos dolorosos.