Johanna y yo hemos sido amigas desde sexto grado, podría decir que ella ha sido mi alma gemela porque pueden pasar millones de años sin hablar, de repente nos vemos y boommm, todo es como si nos hubiésemos visto el día anterior. Tengo tanta conexión con ella aún después de 20 años de amistad, que en muchas ocasiones no necesito hablar para que ella sepa lo que estoy sintiendo o lo que estoy pensando. Juemadre, ella conoce mi estado de ánimo hasta en un mensaje de texto. Somos almas gemelas, aunque ella aun sigue estrellándose en el amor sin que nada la detenga, no sé si aún le falta más experiencias por vivir, si es bruta de nacimiento o simplemente el amor no es lo de ella.

Me entere en medio de una mezcla explosiva de cerveza, aguardiente y ron (bendito mi hígado) que un vecino que le triplicaba la edad había abusado de ella cuando era una niña; – si, los hijos de perra son más reales de lo que creemos- y eso la llevo a desconfiar de los hombres en general. Intentó una relación “hetero” cuando estaba terminando el colegio pero en el momento que el tipo pidió “prueba de amor” hasta ahí llego el intento fallido, porque ella jamás se podría imaginar de nuevo un pene tan siquiera rosándola.

Así empezó su vida como lesbiana, aunque eso no le ha podido garantizar que ni el dolor y ni el sufrimiento harán su magistral aparición. Conoció a Marcela en un bar por medio de una ex de ella, y desde que la vio, se flechó de una – según ella – no le había pasado con nadie antes y me consta porque ella no está buscando chica todo el tiempo. Después de invitarla a un café y continuar tomando café por un mes, todas las noches en el mismo sitio, fueron a un bar; entre música, mucha gente y cerveza se dieron su primer beso.  Fue algo fuerte para Marcela, porque ella no había tenido ningún tipo de encuentro homosexual, mientras que Johanna ya había tenido un par de aventuras y una relación de dos años que la había dejado de muerte lenta cuando le fueron infiel con una señora que le doblada la edad a su pareja de ese momento. Así que después del beso, y muy seguramente de Marcela enfrentarse a un par de sus demonios, se dejaron de hablar por un mes, pero el destino estaba empeñado en que Johanna viviera lo que le correspondía vivir al lado de esta vieja. Así que se encontraron en una fiesta, a la que Joha fue con un amigo y dicho amigo, le empezó a votar los perros a Marcela. Obviamente, eso no le pareció nada gracioso a Johanna, así que sacó su chico que lleva adentro y la invitó a salir, le propusó que se conocieran y ella aceptó con un beso.

El idilio duró un año, fluía el amor y decidieron irse a vivir juntas. Altas y bajas, como en cualquier relación, y si culpamos a los hombres de todo, en las relaciones entre chicas, también hay crisis, por qué? Porque somos seres humanos, fin de la explicación.

Cuando se fueron a vivir juntas, el desayuno, almuerzo y comida era sexo en un colchón inflable, el cual no soportó tanta actividad y llegó a su fin, pero nada importaba porque en el idilio creemos que podemos soportar todo y más, con tal de estar al lado de la persona que amamos.

De un momento a otro, Johanna perdió su trabajo y los problemas de dinero empezaron a hacer de las suyas, ella se volvió ama de casa – literal – con todo y lo que el nombre conlleva. Ella no tenía problema por dos cosas básicas, primero, porque no estaba aportando económicamente y segundo, porque la amaba. Con el sueldo de Marcela, no se podían cubrir todos los gastos, así que ella decidió que su papá se fuera a vivir con ellas para aportar algo de dinero, entonces Joha, ya no sólo atendía a su chica, sino que dé a pocos, se convirtió en la mucama de su suegro.

“Tratábamos de que eso no fuera un problema, pero sí lo era, porque vivíamos al día y no podíamos hacer nada de lo que veníamos acostumbradas a hacer, no salidas, no lujos” me contó Johanna con los ojos llenitos de lágrimas.

Llegó el día de la suerte para ella y consiguió de nuevo trabajo, así que las cosas empezaron a mejorar, volvieron los miles de planes a futuro, las cenas románticas y las idas a cine; eso sí, no faltó el hecho de enfrentarse a un par de tentaciones, Johanna en su oficina con una compañera de ella que en otro momento había sido objeto de sus deseos, pero ya su anillo de compromiso empezaba a espantarle cualquier posibilidad de satisfacción sexual adicional y Marcela, con un ex cuento con el que había tenido un par de encuentros esporádicos.

Johanna la adoraba, tanto de que dejó de ser sí misma para ser para ella, se dedicó a trabajar y a responder con la carga de la casa, mientras que Marcela estudiaba, viajaba, conocía y vivía, mi pobre amiga se volvía vieja y solitaria; así que llego la rutina a hacer de las suyas y mientras Johana tenía como una adrenalina un par de cervezas los viernes después del trabajo con sus compañeros de oficina, Marcela estaba en búsqueda de su heterosexualidad, la cual no recordaba en que pantalón la había dejado; lo bueno fue que su ex novio, estaba ahí, frente al cañón ayudándole a encontrarla… ayyy Dios!

Johanna estaba ahí, aumentando su resilencia ante las decisiones que tomaba Marcela con su papá sin importar lo que Joha pensará; y con todo el apoyo incondicional de ella, Marcela pasó de ser una vendedora de ropa en un almacén, a trabajar como corredora de seguros en una prestigiosa compañía de la ciudad y ahí su perspectiva empezó a cambiar; Johanna trabajaba duro para cubrir todos los gastos y Marce – nuestra querida Marce –  solo trabajaba para pagar sus estudios.

“Yo al verla feliz me sentía feliz, incompleta pero feliz” – me dijo un día Johanna entre trago y trago; esa ha sido la frase mas dañina que he oído en mi vida y que aplique muchas veces. Toda una pócima mortal.

Johanna estaba agotada física y emocionalmente, doblando turnos y buscando maneras adicionales de hacer dinero, sólo soñaba diariamente con llegar a su casa y dormir, agotamiento que aprovechó Marcela para tener vida social, conocer nuevas personas y olvidar su reloj, porque ya Johanna ni dormía esperando a ver a qué hora “la doctora” pensaba llegar; el poco tiempo libre ya no era para ellas como pareja, sino para las enfermedades y los achaques del suegro, la falta de tiempo de Johanna para ir a ver su familia y el egoísmo de Marcela para con ellos, le colmaron la paciencia a Joha, paciencia que siempre tiene un límite, así este escondida por el amor.

“Me di cuenta de muchas cosas que no estaban bien, pero estaba tan enamorada, que no aceptaba lo que era más que evidente, Marcela no era feliz a mi lado pero yo era su mejor opción en ese momento, para lograr ser una profesional” y es que ese es un problema del tamaño de la luna, porque, pensemos, cuántas veces nos hacemos las pendejas y no enfrentamos las señales de que nuestra relación se está yendo por el caño, o qué ya no nos aman y preferimos ignorarlas porque enfrentarlas requiere de coraje?

Después de 3 años juntas, todo había cambiado, el sexo ya no era igual – cuando lo había –  la pasión, el deseo y la complicidad se habían mudado, así que decidieron darse un respiro de un par de días, los cuales, Marcela aprovechó para activar su parte bisexual y se metió a la cama con una compañera del trabajo de Johanna, la cual ella consideraba su amiga y le había servido de diario para contarle todos sus problemas con Marcela y su inconformismo con su suegro. La vieja, toda una profesional, uso esa información para fortalecer su relación con Marcelita.

Así, sin más ni más, la vida en pareja por la que tanto había trabajado y luchado, se venía a pique y tocó fondo cuando por boca de Marcela, confirmó todas sus sospechas, había alguien que le ofrecía una mejor vida que la que Joha le podía dar, así que en un abrir y cerrar de ojos, ella estaba de vuelta al apartamento de su mamá, destruida y con una maleta mediana llena de recuerdos dolorosos.

Yo tuve a mi amiga a punta de antidepresivos y pastillas para dormir, tomando cinco días a la semana, con cuatro años tirados a la basura en los cuales, sin darse cuenta, no hizo nada por y para ella. Ahora, con ayuda profesional, busca la manera de creer en el amor nuevamente y sobre todo de reencontrarse consigo misma.

Por su parte Marcela, dejó de estudiar, trabaja duro para tener la vida que quiere junto a su novia, que de vez en cuando la maltrata física y sicológicamente y que la engaña uno que otro fin de semana con su ex-novio. Ver el proceso de mi amiga, me confirma que sin importar la relación que sea, lo que debe estar primero siempre, es el amor propio, no puedo dejar de ser quien soy, no puedo dejar mis sueños y mis proyectos de lado para vivir los de otra persona; mi pareja ideal es aquella que camine a mi lado para lograr metas independientes y mutuas, finalmente, siempre me tendré a mí.

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