Rentamos una casa con Will, te lo juro, que no teníamos ni un colchón donde dormir, pero nosotros estábamos en modo “pa’ las que sea”, y estaban mis ángeles ayudándome, porque pudimos rentar una casa amoblada, lo cual en su momento fue de gran ayuda, aunque lo no tan bueno, es que nos echamos con la conchudez, y por un año, no sentimos para nada la necesidad ni la presión de comprar nada, de ese primer año, no te puedo decir que todo fue una luna de miel, teníamos buenos momentos, Will era un hombre muy responsable y buen proveedor, yo también trabajaba en un resort limpiando, seguía estudiando ingles – por mi cuenta con el acompañamiento de un gran amigo online -, Ana ya estaba en una nueva escuela, con la fortuna de que su maestra era una dulzura de persona, Helenita en casa, me ayudaba un montón mientras yo trabajaba, entonces íbamos viviendo el día a día con el propósito de adaptarnos desde el amor, pero había algo que no cuadraba mucho.

¡El tema cultural no es un tema fácil de llevar, la diferencia pesa y en algunos casos, mucho! Will, como americano que es, salió de su casa muy joven, y siempre se ha mandado solo, así que de las primeras cosas que nos generaron conflicto, fue el hecho, de que él estaba superacostumbrado a ir después del trabajo a una casa diferente, donde cada amigo, beber y quedarse dormido, no te puedo definir mis noches, eran una mier***a, me pasaba de todo por la cabeza, se emborrachó y se quedó dormido?, está con otra vieja?, le paso algo?, simplemente no dormía y cuando se despertaba, me llamaba de lo más normal, haciéndome pensar que era paranoica; en mi cultura, no es tan viable que te quedes a dormir en la calle y le respondas las llamadas a tu esposa, a las 11 de la mañana del día siguiente. Lograr un equilibrio con este tema, en todo nuestro matrimonio, no fue posible, aquí en Orlando, las distancias son muy largas, para todo necesitas carro, así que su justificación siempre fue que era preferible que se quedara, a que condujera ebrio, con lo cual yo estaba de acuerdo, pero papito, si tienes un matrimonio y una familia, pues ya no puedes pretender vivir como cuando eras soltero. Lo máximo que logre durante 7 años de matrimonio, millones de peleas y cientos de conversaciones, fue pasar de hacer esto dos o tres veces a la semana, a hacerlo una vez al mes. Esto fue mi primer no negociable, que tuve que cambiar a negociable, por aquello del tema cultural.

Jamás imaginé que yo fuera tan fuerte, es por eso que te lo he dicho muchas veces en mis videos en redes sociales, no sabemos lo fuerte que somos hasta que la vida nos lleva a descubrirlo, inmigrar no es para todo el mundo, tienes que estar dispuesta a todo y a pesar de los cambios, debes abrir tu mente, medírtele a todo, abrirte a la cultura y sobre todo al idioma, sin eso, la experiencia puede llegar a ser un completo infierno, y eso si, si no te reconoces los pequeños logros, te enloqueces.

Yo estaba hasta ahora adaptándome a Will y él a mi manera, lo cual es todoooo un proceso, pero una noche, después del trabajo, un mes después de casados, y a 6 días de que se venciera el sello en el pasaporte del visado aquí, tanto para mí como para Ana, apareció nuevamente Alan solo para hacerme más difícil la vida. Nosotros ya habíamos empezado el proceso de los documentos aquí con una abogada, pero para solicitar la residencia de Ana, su papa, tenía que darle el permiso, sin esa firma yo no podía legalizarla, y esa noche, en la conversación con él, la condición para “mirar a ver si me autorizaba o no” era llevar a la niña a Colombia y por más que le explicara 3 millones de veces, lo riesgoso que seria para nosotras salir del país para volver a entrar con ese sello a punto de vencerse, nada sirvió, era eso o chao permiso.

Ahí estaba yo, comprando tiquetes y regresando a Colombia a dos días de que el sello se venciera. Yo ya no tenía donde vivir, – recuerdas que mi mensajero de “confianza” me robo hasta los calzones? -, la ventaja de tener buenos amigos, me pude quedar por un mes y 12 días en casa de una amiga, nada contenta, con Helenita aquí, yo allá, sin trabajar, sin dinero – aunque no nos faltó a Ana y a mí nada – cruzando dedos para que Alan firmara el puto documento, y esperando todos los días, a que el de verdad pasara tiempo de calidad con la niña, lo cual no paso porque en ese mes, solo la vio dos veces, porque él es todo un “magistrado” que tiene millones de cosas que hacer. A eso sumale, los amigos de Will, los cuales nunca han estado de acuerdo con nuestro matrimonio, estaban diciéndole todos los días, que yo me había ido de “vacaciones” con el papa de Ana, a Colombia, mientras el seguía aquí como idiota trabajando, así que por ese mes, yo no recibí dinero porque no trabaje, y Will olímpicamente, decidió no enviarme dinero, ni ayudarme “con mis va a duras penas esos días me respondió el teléfono.

Ese mes, aunque pude estar con mis amigos unos días, mi estrés me estaba comiendo viva, a eso sumándole que la abogada que llevaba mi proceso, me dio la noticia, que para volver a entrar a EE. UU., lo mejor era que Will viajara a Colombia, para que entráramos juntos, por aquello de pasar por inmigración, así que era un tema más, un estrés más; Will era un soltero feliz, como dice la canción, pero marica un soltero feliz y super descuidado con sus cosas también, porque no tenía renovado su pasaporte, así que tenía que hacer todas esas vueltas de adulto, las cuales él odia. No sé, ni al final como lo logramos, pero organice todo para que llegara a Colombia y que conociera un poco antes de regresar.

Por ahora, y para terminar este capítulo, solo te contaré, que con Alan, fue un proceso de varios días seguidos, conversando, modificando documentos con los abogados, que a la final firmo, porque si no, pues no estaríamos aquí, pero él, cerro con broche de oro, sus exigencias, porque como condición quedo que la niña viajaría a Colombia cuatro o cinco veces al año, pero que todos los gastos corrían por mi cuenta.

Mía.

Autor

Escribir un comentario